Sistema educativo Las clases sociales
Alumno rico, alumno pobre
El informe PISA refleja una preocupante caída de la igualdad de oportunidades en la escuela española Los estudiantes con pocos recursos tienen un rendimiento cada vez menor
Hace unos años, cuando un adolescente acudía a un centro de día para recibir clases de refuerzo escolar gratuitas acostumbraba a ser "un chico procedente de una familia desestructurada, quizás con padres que sufrían problemas de drogadicciones o pertenecientes a una minoría étnica como la gitana, al que se tenían que inculcar sobre todo hábitos de estudio", recuerda hoy Daniel Juan, director de uno de los centros que la Fundación Adsis tiene repartidos por España. Ahora, "cada vez hay más jóvenes de la antigua clase media, chicos que hasta hace cinco años, antes de la crisis, vivían sin estrecheces, que se podían permitir de ven en cuando algún capricho, pero que ahora están en el límite de la exclusión social", alerta el director del centro de Cataluña, que lleva 45 años en esta labor.
Las desigualdades económicas entre alumnos en las aulas españolas van en aumento y eso se refleja ya en los resultados de pruebas como el PISA 2012. En su informe relativo a España, la OCDE subraya que la escuela es cada vez menos equitativa. "En el 2012 los alumnos con un nivel socioeconómico favorecido superaron a los alumnos menos favorecidos en 34 puntos en matemáticas, una diferencia seis puntos superior a la observada en el 2003", recoge el informe. Las diferencias ya no van por barrios. Se dan entre alumnos de una misma escuela.
La crisis no golpea por igual
La recesión está afectando seriamente a la formación de uno de cada cinco estudiantes de ESO, según constata una encuesta elaborada por la Fundación Adsis entre jóvenes nacidos entre los años 1997 y 2000. Los más afectados por los efectos de la crisis (los que tienen a sus progenitores en paro, los que no pueden comer carne o pescado frescos al menos tres veces por semana,...) tienen, en conjunto, un rendimiento escolar hasta el 24% más bajo que el del resto de estudiantes de secundaria. Según ese mismo estudio, realizado a través de encuestas personales a finales del curso pasado, el 61% de los chicos que viven en condiciones económicas más difíciles suspendió tres o más asignaturas el pasado 2012-2013.
"Son alumnos que muestras menos habilidades digitales que sus compañeros, simplemente porque no tienen un acceso a las tecnologías más nuevas, que son también más caras", indica Juan. Mientras que el 78% del global de los alumnos de ESO afirman dominar bien internet, el porcentaje baja al 55% cuando se trata de jóvenes en riesgo de exclusión social.
Nativos digitales
"Pese a pertenecer a esa generación que los expertos denominan de nativos digitales, su dominio en el uso de internet y de las redes sociales no es superior a la media de la población española, a diferencia del resto de compañeros de su edad", agrega el educador. Son chavales que tampoco dan demasiada importancia al dominio de idiomas. "Sus expectativas de futuro son tan escasas que muchos piensan que saber inglés tampoco les va a ser de gran ayuda", lamenta Juan.
"Pero lo peor no es eso. Lo peor es que estos adolescentes abocados al fracaso escolar tienen unas expectativas de futuro muy escasas y su autoestima en el ámbito escolar está por los suelos", agrega. Cuando se pertenece a una familia amenazada de desahucio o con todos sus miembros adultos en paro, "a los chicos ya ni se les ocurre explicar cómo ha ido en el cole cuando llegan a casa", indica Juan. Los hijos optan, muchas veces de forma inconsciente, por callarse sus problemas para que el ambiente familiar no se resienta aún más. "Notan falta de apoyo afectivo de sus padres, de sus profesores y de sus amigos", dice.
Otro factor clase es el analfabetismo, un problema que afecta más a regiones rurales como Extremadura y que no se soluciona en una generación. "Los resultados de PISA hay que verlos desde esta perspectiva. En la región muchos alumnos lo que quieren es salir de las aulas para ir al mundo laboral, aunque cada vez menos, porque es lo que han visto en casa o porque lo necesitan, mientras los padres que sí tienen posibilidades económicas y estudios superiores intentan que sus hijos también los tengan", señala José Manuel Chapado, presidente de PIDE.
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